Casi nadie golpea la puerta.
Las calles están vacías, tranquilas, algo durmientes en las afueras.
Nadie golpea las puertas.
En mi casa por tener, gracias a Hashem, por tener varias hijas mujeres, hay muchas amigas y vecinos y también nietos… Hace días ellos venían pero ahora tampoco es posible la visita de los pequeños y queridos nietos.
Se sienten algunos ruidos de construcciones en las calles. Y nada más.
Tal vez saldré más tarde a hacer algunas compras necesarias.
Casi nadie golpea la puerta… La casa esta calma, son las 9 am, los chicos duermen todavia.
Tengo un tiempito entre limpieza, trapo y lavandina para pensar.
Nosotros, los judíos religiosos, siempre rezamos, siempre anteponemos las brajot. Antes y después de comer, cuando olemos una fragancia de especies, cuando hay truenos y relámpagos.
Siempre tenemos el baruj Hashem y bezraat Hashem en los labios.
Hoy que nuestra situación es desafiante en el mundo, esto no es suficiente. Debemos levantar los ojos al cielo y pedir, pedir de lo más profundo del corazón; hoy, más que nunca, el amor entre unos y otros es esencial; hoy hablar lashón tov, bien del prójimo, sin celos o envidia, es super requerido. Hoy, más que ayer, así como se acelera el virus en el mundo, nuestro ben adam le javeró se debe acelerar y la teshuvá en frente del Creador del mundo es la dirección que debemos tomar, es el camino que no puede fallar.
Entonces, cada uno podrá usar estos días para verdadera cercanía entre Am Isreal y nuestro Creador.
Como está escrito en la carta que el Rambán escribió a su hijo para que se salvara en su estadía en España, en la provincia de Cataluña, y que tuviera irat Hashem:
“Que tu cabeza esté inclinada para abajo, tus ojos que miren la tierra, mirando qué tenés que hacer ahora aquí. Pero tu corazon puesto en el cielo”.
Hashem, Hashem, cómo puedo mejorar, cómo puedo cumplir las mitzvot mejor, cómo puedo ser bondadoso, paciente, sincero, generoso, cómo puedo imitarte.
Ayudame, Hashem.
Ayudame a agarrrame de ti y a no pensar en la cuenta de banco y las latas de comida en los estantes.
Tú soportas a los caídos, Tu bajas a los orgullosos y subes a los humildes. No, no quiero ser humilde para que me subas, quiero ser humilde, porque ¿de qué puedo tener orgullo? Este es Tu mundo, no el mío. Permitime usar el paso por tu mundo con dignidad.
Te amo Hashem y te necesito.
Una más de tu pueblo, que espero tu salvación.